Durante algún tiempo Capote fue considerado por la crítica un escritor
menor que buscaba figurar a cualquier precio, una fama que él mismo se ocupó de
construir luciendo como bufón de la corte de los ricos y famosos del jet-set. Pero las
publicaciones de sus novelas y cuentos –donde los éxitos son tan estridentes como
apabullantes los fracasos– harían de este joven sureño, de infancia solitaria y
modales afeminados, un nombre imposible de evitar al momento de recorrer el mapa de los
grandes escritores del siglo XX.
Sus primeros trabajos publicados en revistas de moda. Sus novelas exitosas:
Otras voces, otros ámbitos, y la consagratoria
A sangre fría. Y luego del resplandor, el
ocaso: las secuelas depresivas de la investigación en la que se sumió para poder
escribirle. El fracaso de su libro
Oraciones atendidas, hoy tan buscado, donde ventiló
chismes y llenó de golpes bajos la descripción de la vida de los ricos y famosos de
Nueva York. Pormenores del laberinto en el que el escritor pierde y encuentra su
inspiración creativa, signado por una inestabilidad afectiva.
En su adolescencia “caminaba dormido y tenía episodios de histeria, y su estatura
pequeña y modos sutiles lo convertían en blanco de sus compañeros”. Se lo
reconocería por su increíble energía y talento para relatar historias. Entonces
“declaró su homosexualidad y su doble atención de ser escritor y juntarse con los
ricos y famosos”.
En 1958 publica Desayuno en Tiffany’s y Norman Mailer, su contemporáneo y principal
rival dice: “Capote es el mejor escritor de mi generación, escribe las frases más
equilibradas y rítmicas. No cambiaría una sílaba de Desayuno.... Será un éxito de
todos los tiempos”. Pero Capote buscaba nuevas dimensiones: “Quería producir
una novela periodística que tuviera la veracidad del cine, la profundidad y libertad de
la prosa y la precisión de la poesía”, declaró.
La oportunidad llegó en 1959 con
la noticia de una familia de granjeros asesinada en Kansas. Lo que sigue es conocido: A
sangre fría, un trabajo de proporciones épicas con el que convirtió una triste noticia
en tragedia nacional, revelando el lado oscuro de Norteamérica.
El 14 de abril 1965 Capote vio cómo ahorcaban a los asesinos Dick Hickock y Perry Smith.
Así comenzó un proceso de autodestrucción. Había ganado 2 millones de dólares por el
libro. Trató de exorcizar sus fantasmas con su gran fiesta. Pero ya no pudo volver a ser
el bufón de la corte, aunque lo intentó, sus chistes eran dañinos, oscuros. Abusaba del
alcohol, drogas y pastillas. Sin embargo, durante ese prolongado suicidio físico y
mental, produjo joyas como Música para camaleones, poco antes de morir, el 25 de agosto
de 1984 a punto de cumplir los 60.
Comentarios
O TAL VEZ TODOS ???!!!